domingo, 22 de junio de 2008

martes, 22 de abril de 2008

lunes, 21 de enero de 2008

PERSONAS DE DESTRUCCIÓN MASIVA (¿Quién vigila a los vigilantes?)

La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica

-Walter Benjamín

La obra de arte siempre ha sido susceptible de reproducción. Lo que los hombres habían hecho, podía ser imitado por los hombres.

Aura

Incluso en la reproducción mejor acabada falta algo: el aquí y ahora de la obra de arte, su existencia irrepetible en el lugar en el que se encuentra. En dicha existencia singular, y en ninguna otra cosa, se realizó la historia a la que ha estado sometida en el curso de su perduración. También cuentan las alteraciones que haya padecido en su estructura física a lo largo del tiempo, así como sus eventuales cambios de propietario.

El aura definida como la manifestación irrepetible de una lejanía.

En la época de la reproductibildad técnica de la obra de arte lo que se atrofia es el aura de esta. La técnica reproductiva desvincula lo reproducido del ámbito de la tradición. Al multiplicar las reproducciones pone su presencia masiva en el lugar de una presencia irrepetible. Y confiere actualidad a lo reproducido al permitirle salir, desde su situación respectiva, al encuentro de cada destinatario. Ambos procesos conducen a una fuerte conmoción de lo transmitido y a una conmoción de la tradición. Están además en estrecha relación con los movimientos de masas de nuestros días.

Quitarle su envoltura a cada objeto, triturar su aura, es la signatura de una percepción cuyo sentido para lo igual en el mundo ha crecido tanto que incluso, por medio de la reproducción, le gana terreno a lo irrepetible.

Autenticidad

El aquí y ahora del original constituye el concepto de su autenticidad. Cara a la reproducción manual, que normalmente es catalogada como falsificación, lo auténtico conserva su autoridad plena, mientras que no ocurre lo mismo cara a la reproducción técnica. La reproducción técnica se acredita como más independiente que la manual respecto al original.

El proceso de reproductibilidad aqueja en el objeto de arte una médula sensibilísima que ningún objeto natural posee en grado tan vulnerable. Se trata de su autenticidad. La autenticidad de una cosa es la cifra de todo lo que desde l origen puede transmitirse en ella desde su duración material hasta su testificación histórica. Como esta última se funda n la primera, que a su vez se le escapa al hombre en la reproducción, por eso se tambalea en esta la testificación histórica de la cosa. Claro que sólo ella; pero lo que se tambalea de tal suerte es su propia autoridad. (autoría?)

Ritual

La unicidad de la obra de arte se identifica con su ensamblamiento en el contexto de la tradición. Esa tradición es desde luego algo muy vivo, algo extraordinariamente cambiante. Es de decisiva importancia que el modo aurático de existencia de la obra de arte jamás se desligue de la función ritual. Con otras palabras: el valor único de la auténtica obra artística se funda en el ritual en el que tuvo su primer y original valor útil.

Por primera vez e la historia universal, la reproductibilidad técnica emancipa a la obra artística de su existencia parasitaria en un ritual. La obra de arte se convierte, en medida siempre ceciente, en reproducción de una obra artística dispuesta para ser reproducida. En el mismo instante en que la norma de la autenticidad fracasa en la producción artística, se transtorna la función íntegra del arte. En lugar de su fundamentación en un ritual aparece en una praxis distinta, a saber en la política.

Valor exhibitivo y valor cultural

La recepción de las obras sucede bajo diversos acentos entre los cuales hay dos que destacan por su polaridad. Uno de esos acentos reside sobre el valor cultural, el otro en el valor exhibitivo de la obra. En los tiempos primitivos, y a causa de una preponderancia absoluta del valor cultural, fue en primera línea un instrumento de magia que solo más tarde se reconoció en cierto modo como obra artística; y hoy la preponderancia absoluta de su valor exhibitivo hace de ella una hechura con funciones por entro nuevas entre las cuales la artística se destaca como la que más tarde se reconozca en cuanto accesoria.

La época de su reproductibilidad técnica desligó al arte de su fundamento cultural: el halo de su autonomía se extinguió para siempre.

Sobre el cine y la fotografía

En la fotografía, el valor exhibitivo comienza a reprimir en toda línea el valor cultural. Dentro de grandes espacios históricos de tiempo se modifican, junto con toda la existencia de las colectividades humanas, el modo y manera de su percepción sensorial. Dichos modo y manera en que esa percepción se organiza, el medio en el que acontecen, están condicionados no sólo natural, sino también históricamente. El cine no sólo se caracteriza por la manera como el hombre se presenta ante el aparato, sino, además, por cómo con ayuda de éste se representa el mundo entorno. El cine y en particular la utilización de la cámara cinematográfica abre posibilidades de percepción que anteriormente eran impensables, permite aislar sus elementos y, por tanto, analizarlos. Por su virtud experimentamos el inconsciente óptico, igual que por medio del psicoanálisis nos enteramos del inconsciente pulsional.

Pero no es solamente esto, el cine además de posibilitar nuevas formas de percepción también transforma las formas de contemplación anteriores, es más podríamos decir que en sentido estricto el cine no es contemplable, el espectador no puede fijar las imágenes, éstas pasan rápidamente y golpean al espectador, que cuando se dispone a contemplar la imagen que lo impacto es nuevamente golpeado por una imagen diferente, diferencia crucial con la pintura que es una obra de arte hecha para la contemplación, "quien se sumerge en ella; se adentra en esa obra, tal y como narra la leyenda que le ocurrió a un pintor chino al contemplar acabado su cuadro. Por el contrario, la masa dispersa sumerge en sí misma a la obra artística, tal como acontece en el cine.

lunes, 3 de diciembre de 2007

viernes, 2 de noviembre de 2007